Hoy en día, se cree que sin café, no hay sobremesa, pues nadie desprecia una taza de esté después de comer, ya sea para que funja como digestivo o simplemente para degustar un postre y cerrar con broche de oro la comida, al paso del tiempo esta práctica ha ido evolucionado y ahora ese café se acompaña con algún licor digestivo, lo que hoy conocemos como carajillo.
La historia del carajillo, surge en la guerra hispanoamericana en el siglo XIX, aquella en la que soldados españoles mezclaban aguardiente con café, para darse un sorbo de “coraje” antes de salir a batalla, aunque también existen especulaciones dentro de la enciclopedia de Barcelona que le atribuye el origen a esta ciudad, en la que los arrieros y transportistas pedían el café y licor juntos para comenzar el día con entusiasmo. |