Hagamos un viaje a tu etapa escolar, en tus años de educación primaria, en un día cualquier entre semana, alistándote para asistir a la escuela, cuando de pronto, una cucharada con aceite de hígado de bacalao (omega 3) entra en tu boca, dejando un sabor similar al de las sardinas hasta un intenso y molesto olor a pescado podrido que te acompañaba en las primeras horas de clase. Esta situación se volvió común en la década de los años 40´s y terminó allá por los años 90´s; pero todo cambió cuando científicos lograron darle un sabor similar a la naranja, dejando de lado las sensaciones de asco y mal sabor de boca.

Pero ¿Cuáles fueron los motivos para martirizar a tantos niños con el aceite de hígado de bacalao? seguro varias veces escuchaste: “es por tu bien”, “te hará crecer”, “te ayudará en tu estudio” entre muchas más que decían tus papás para justificar por qué tenías que tomar esa cuchara de aceite. Pero, todo lo anterior tiene bases científicas, el primer estudio que dio relevancia al consumo de los ácidos grasos omega 3 data de los años cincuenta en nativos de Alaska. Desde entonces, son incontables los estudios científicos que relacionan el consumo de omega 3 con múltiples beneficios en la salud, principalmente como un aporte preventivo al padecimiento de diversas enfermedades.

El omega 3 forma parte del grupo de ácidos grasos que no pueden ser producidos dentro de nuestro organismo, razón por la cual es indispensable obtenerlos a partir de la dieta, confiriéndoles el carácter de nutrientes “esenciales”, como las vitaminas y minerales. La característica de este tipo de ácidos grasos es que son insaturados (referencia química de un doble enlace en su estructura), al contrario de aquellos ácidos grasos saturados (referencia química de la falta de dobles enlaces en su estructura) que se relacionan de manera negativa con nuestra salud.

Si bien no mencionaremos todos los beneficios que se relacionan con el consumo de omega 3, si hablaremos de aquellos que se relacionan con el ejercicio físico. A pesar de los evidentes beneficios para la salud que representa el deporte, cuando un esfuerzo realizado es intenso o de larga duración, se producen algunos procesos fisiológicos y bioquímicos, que aumentan el riesgo a sufrir lesiones, primordialmente las que tienen relación con la inflamación muscular, en donde se ven afectados uno o varios músculos, además de otros tejidos del sistema musculoesquelético como; fascias, tendones y ligamentos.

Cuando el músculo se lesiona, se produce la respuesta inflamatoria (inflamación), liberándose del tejido lesionado químicos (histamina, bradiquinina y prostaglandinas). Estos químicos alteran la estructura de los vasos sanguíneos (arterias y venas), dejando escapar líquido (suero sanguíneo) hacia los tejidos, lo que conocemos de manera coloquial como moretón o hematoma. Esto produce inflamación de diversos grados, lo cual limitará el movimiento del músculo (tejido) y producirá dolor por la presión ejercida en los nervios.

El principal tratamiento para esta lesión es descanso por un tiempo determinado, lo que repercutirá en tus futuros entrenamientos. La manera en que el omega 3 ayuda en estas lesiones es modulando la formación de químicos proinflamatorios como las prostaglandinas y con esto evita que el líquido intravascular (suero sanguíneo que corre por venas y arterias) inflame el tejido y se pierda movimiento.

Comer bien para rendir más… Según la OMS, se recomienda consumir alrededor de 300 a 500 mg/día[1] de omega 3 Los alimentos ricos en omega 3 son, los vegetales, como las hojas verdes, algunos frutos secos (nueces), semillas (soya y linaza), los pescados como sardinas, los alimentos “enriquecidos” con estos ácidos grasos como la leche, el huevo y el queso, y los suplementos alimenticios, como las cápsulas de omega 3.

La mejor recomendación antes de empezar un plan de alimentación o una actividad física rutinaria es visitar a un profesional de la salud, el sabrá evaluar y establecer las pautas para obtener los mejores resultados de acuerdo a tus necesidades individuales. Mientras tanto recuerda que los estilos de vida saludables son la mejor manera de prevenir enfermedades.

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[1] Olatz Izaola, Daniel de Luis, Ignacio Sajoux, Joan Carles Domingo; Montserrat Vidal. Inflamación y obesidad (lipoinflamación) Nutr Hosp. 2015;31(6):2352-2358 ISSN 0212-1611 • CODEN NUHOEQ S.V.R. 318

 

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