Para iniciar a escribir acerca del yoga, que en lo personal ya forma parte de mi estilo de vida saludable, quiero recordar lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) como autoridad en el tema, conceptualiza para este estado en el ser humano. Su definición es clara y muy completa, “es aquel en el que se mantiene una armonía y equilibrio en la dieta alimentaria, actividad o ejercicio físico, vida sexual sana, conducción segura, manejo del estrés, capacidad intelectual, recreación (sobre todo al aire libre) descanso, higiene, paz espiritual, buenas relaciones interpersonales, así́ como también la relación con nuestro entorno, entre otras[1].

Sin duda, el ejercicio físico es fundamental para lograr el mantenimiento de músculos, huesos y articulaciones saludables. La práctica de yoga puede formar parte de los ejercicios de bajo impacto, que más favorecen a la salud ósea, con múltiples beneficios y contribuye a llevar un estilo de vida saludable.

Los yoguis o practicantes continuos consideran que el yoga, va más allá de una actividad física; es una filosofía de vida oriental y una práctica milenaria que se ha utilizado para mejorar y mantener la salud física, mental y espiritual.

Así como en la dieta correcta, se busca la personalización en la práctica de yoga. Como actividad física o ejercicio continuo, se puede individualizar el nivel de intensidad y el tipo de práctica a realizar. El yoga, en las últimas dos décadas ha ganado mucha popularidad a nivel mundial, y por ello es importante hablar de sus beneficios a nivel articular con fundamento en la investigación científica es muy interesante[2]:

Es importante recordar que una articulación, es el lugar en donde se encuentran o se unen dos huesos. Uno de los primeros estudios de cohorte, que investiga la relación entre posibles lesiones articulares, con la práctica de yoga, se publica en 2017 y concluye que no existe asociación negativa, frente a esta práctica y a la salud articular[3]. Sin embargo, existe mucho camino científico entorno a esta área de investigación, y como siempre lo menciono depende de quién lo hace, cómo lo hace y para qué lo hace.

Sabemos que a través del yoga, existen muchas posturas en donde se trabaja el equilibrio, el correcto soporte de nuestro propio peso, la elasticidad y la flexibilidad, y con ello, podemos promover tener huesos sanos y músculos fuertes. De esta forma, nuestras articulaciones serán mucho más resistentes también. Con un sistema óseo funcional, el estrés y la tensión, que causa el dolor articular, desaparece. Algunas asanas (posturas) de yoga, pueden lograr que la articulación se fortalezca, aumentando su flexibilidad y rango de movimiento, junto con su estabilidad.

Mi consejo frente al maravilloso mundo del yoga es siempre elegir un instructor certificado que te guíe y pueda sugerir aquellas posturas que vayan acorde a tu nivel. Aplica el concepto de mindfulness o “consciencia plena”. Que tu pensamiento, tus emociones y acciones estén en el mismo momento y en el mismo lugar en la práctica, Namasté.

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[1]Guía de Entornos y Estilos de Vida Saludables. OMS y OPS. 2016. Disponible en https://iris.paho.org/bitstream/handle/10665.2/34580/vidasaludable2016-spa.pdf?sequence=1&isAllowed=y

[2] Cramer H, Ward L, Steel A, et al. Prevalence, Patterns, and Predictors of Yoga Use: results of a U.S. Nationally Representative Survey. Am J Prev Med. 2016. 50(2):230–235

[3] Lauche R, Schumman D, et al. Associations between yoga practice and joint problems: a cross‐sectional survey among 9151 Australian women. Rheumatol Int. 2017. 37:1145–48.

 

 

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